Seguramente la educación es la principal herramienta que posee el pueblo gitano para luchar contra la exclusión y el antigitanismo. Hemos quedado con Eli, Carmen, Dani y Rafa, cuatro gitanos que, varios años después de abandonar el sistema educativo y ya con hijos e hijas todos ellos, han decidido retomar la senda de la formación y se preparan para dar el salto a la universidad gracias al Grupo de Acceso a la Universidad, una iniciativa del Plan Integral del Pueblo Gitano (PIPG) que, en los últimos años, ha permitido que 21 personas gitanas superen con éxito la pruebas de acceso a la universidad para mayores de 25 años y hoy se encuentren cursando estudios universitarios.
Una revolución a la que sumarse
Rafa, quien se ha criado en el barrio de San Cosme del Prat del Llobregat, donde sigue residiendo, nos cuenta que inicialmente se unió al Grupo de Acceso a la Universidad (GAU) el pasado mes de octubre para poder promocionarse laboralmente dentro de su empresa, Transports Metropolitans de Barcelona. Sin embargo, ahora se plantea metas más elevadas. “En primer lugar, creo que lo que nos lleva a estudiar es poder ver las figuras de otros que lo han hecho antes, de su ejemplo. A mí, lo que me sucede, y percibo que también le sucede al resto que estamos estudiando juntos, es que esto es un sueño que teníamos, pero que por culpa del sistema, no lo hemos podido realizar. Siempre se nos ha dicho que los gitanos no servimos para estudiar, se nos han puesto impedimentos económicos, sociales y de todo tipo. Y ahora, el Plan Integral nos ha permitido ver a gente que ya lo ha hecho antes que nosotros y, además, nos guían y nos enseñan el camino para conseguir cumplir nuestro sueño de llegar a la universidad”, explica Rafa.
Dani, un joven padre de dos hijos del barcelonés barrio del Bon Pastor, coincide plenamente con Rafa, están ante una oportunidad única para conseguir cambiar su vida y la de la gente que les rodea, “en el fondo esto es como una revolución, es algo que te envuelve, empieza con una charla en la que te dicen ‘¡oye, hay que cambiar!’ y la gente se suma. Yo me he sentido arrastrado y sin darme cuenta me vi en las clases”. Dani trabaja para una empresa de limpieza y nos traslada la inestabilidad laboral con la que trabaja, concatenando diferentes contratos para la misma empresa con periodos de desempleo, incluso rechazó un contrato laboral para poder acudir a las clases de preparación a la prueba de acceso a la universidad. “A veces hay que salir del círculo para poder crecer”, apunta Daniel.
Ilusión y convicción ante la incertidumbre
Sin embargo, tomar una decisión de esta envergadura no es nada fácil. Todos ellos son madres o padres, tienen empleos que atender y una familia a la que sacar adelante. Encontrar el tiempo y las fuerzas para estudiar sin dejar de cumplir con sus responsabilidades familiares y laborales es lo que más les preocupa.
Carmen es madre de dos hijos de 4 y 7 años, quiere ser maestra de educación primaria. Nos relata el largo trayecto que recorre en transporte público para poder llegar desde el barrio de La Masía, en Gavà, hasta el extremo norte de la ciudad de Barcelona, donde el Plan Integral imparte las clases. Carmen sale de casa a medio día y está de vuelta cerca de las 10 de la noche. “Tengo a la familia ‘patas arriba’, un día me recoge los hijos uno, y otro día otro”, comenta Carmen. Le preocupa cómo organizar los horarios en su hogar, “con lo que me ha costado venir aquí, ¿cómo lo voy a hacer para ir a la universidad? ¿Y para estudiar en casa? ¿Y para hacer los trabajos que nos manden en clase? Sé que voy a conseguirlo, pero todavía no sé cómo afrontaré esa situación en mi familia. Cuento con el apoyo de mi marido y mi madre, pero me preocupa no prestarle todo el tiempo que me gustaría a mis hijos, pero sé que es un sacrificio que a la larga va a ser bueno para ellos” nos explica Carmen.
Eli es madre de dos hijos de 20 y 18 años y una hija de 17, y aunque su situación es similar a la de todo el grupo, acudió al GAU invitada por dos amigas gitanas de su barrio, Bon Pastor. Nos explica que volver a estudiar fue una decisión compleja, tuvo que cambiar una dinámica de vida que tenía desde hacía muchos años, trabajar por la mañana en la venta ambulante y, por las tardes, acudir con toda la familia a la iglesia. Para ella la clave está en la organización y el sacrificio. “Para poder llegar hasta aquí he tenido que dejar bastantes cosas de lado. Cuando se quiere una cosa, te organizas, aunque cueste mucho, y aún más cuando se trata de algo que realmente quieres y te esfuerzas por ello. Esto es una inversión a largo plazo en la que tienes que poner muchas horas de tu parte”.
Probablemente, la madurez de Eli, haga de ella la persona más consciente del cambio de rumbo que sus vidas están tomando. Nos explica que “el estudio te enriquece mucho, te hace mejor persona, y como gitana es muy bueno poder conocer, ¿por qué no podemos tener acceso los gitanos al conocimiento?”.
La búsqueda de un futuro digno es otra de las claves por las que Eli decide retomar su educación, “estudiar te da una nueva oportunidad en la vida. En el mercadillo estamos malviviendo, no tienes sueldo fijo, no tienes estabilidad de ningún tipo. Yo ya tengo una edad en la que he visto a mis tíos y a mis padres, cuando se jubilan ¿qué les queda? No les queda nada, después de dejar de trabajar y estar pagando toda la vida los autónomos, sólo les queda una triste pensión que no les llega a fin de mes. Yo no quiero eso para mí, porque lo he visto, y si puedo ahora mismo, aunque sea tarde, tener una posibilidad de un trabajo mejor, ¿por qué no?”.
Eli, Carmen, Rafa y Dani, tienen la convicción de haber tomado el camino correcto, a pesar de lo que la sociedad mayoritaria sigue pensando y afirmando sobre el Pueblo Gitano. “A pesar de lo que la gente opina de los gitanos, nos tomamos esta oportunidad con mucha ilusión. Todos tenemos algo en común, podemos tener problemas, trabajos, familias, cargas, pero sobre todo tenemos ilusión. Aunque es cierto que existen incertidumbres y no tengamos muy claro hacia dónde vamos, nos encanta lo que estamos haciendo y la dirección que hemos tomado”, indica Rafa.
Un legado que entregar a sus hijos
Un aspecto que también les une a todos ellos es que más allá de su futuro personal miran hacia el futuro de sus hijos e hijas. Daniel comenta que, a lo mejor, para él esta oportunidad llega tarde, en un momento en el que tiene que hacer frente a muchas responsabilidades familiares y laborales, y avanzar puedes ser muy difícil. “Nosotros somos una generación de cambio. Yo a lo mejor no llego a nada, pero mis hijos ¡seguro que sí!”, matiza Dani.
Carmen explica que ahora también es un referente para sus hijos y que podrá orientarles y apoyarles en los momentos en que tengan que tomar decisiones importantes sobre su futuro. “Yo también estudio pensando en mi hija, porque si yo le digo que estudie y no tiene un referente no lo va a hacer. De hecho, desde que estoy aquí, mi hija está mejor en el colegio, se preocupa por sus deberes, me pregunta cómo me va. Cuando le expliqué que iba a examinarme a la universidad se puso muy contenta por mí. En cierto modo veo que le estoy preparando el camino, ella se va a sentir más cómoda, va a saber dónde preguntar cuando tenga el miedo de qué hacer o dónde ir cuando acabe la ESO. Ese miedo también lo tuve yo, me preguntaba constantemente ‘¿Cómo voy a ir a la universidad?’, ‘¿quién va estar conmigo?’, ‘¿quién me va a ayudar?’. Mi hija va a poder encontrar ese referente y esa ayuda en mí”.
Eli también narra cómo su hija menor ha mejorado sus rendimiento académico en la ESO, y como sus hijos mayores van a retomar estudios superiores. “La educación es lo que les dejamos a nuestros hijos, para que no les pase como a mí o como les ha pasado a mis padres y a mis tíos. Mi familia vive, o malvive, del mercado porque cada vez va a peor, y no podemos dejar ese futuro a nuestros hijos, sería una cosa muy cruel, sobre todo sabiendo lo que hay” nos explica Eli.
Grupo del alumnos del GAU el día que se presentaron a las Pruebas de Acceso a la Universidad
Eli, Carmen, Rafa y Dani forman parte de un grupo de 20 personas gitanas que a mediados del mes de abril se presentaron a las pruebas de acceso a la universidad para mayores de 25 años con la ilusión de mejorar sus vidas, las de sus familias y las del pueblo gitano en su totalidad. Cada año el Pla Integral ofrece la oportunidad de cumplir el sueño de alcanzar la universidad. Los buenos resultados obtenidos en los últimos años están ilusionando cada vez a más gitanas y gitanos a sumarse a una revolución que, seguro, conseguirá grandes transformaciones sociales; de hecho, ya las está consiguiendo. Opre Roma!
Fuente: museuvirtualgitano.cat